lunes, 9 de marzo de 2009

Guillermo II, Rufus (1087-1100)

Guillermo II, Rufus (1087-1100)

A pesar de la gran cohesión y orden establecidos en Inglaterra por el Duque de Normandía, el nuevo aparato administrativo sólo fue capaz de sobrevivir cincuenta años mas tras su muerte. Guillermo respetaba el tradicional carácter electivo de la monarquía inglesa, tal y como reconoció durante su coronación, pero en su lecho de muerte en Normandía nombró heredero al trono de Inglaterra a su hijo preferido, Guillermo Rufus, enviándole a Inglaterra bajo la protección del Arzobispo Lanfranc. Entregó, con desgana, el Ducado de Normandía a su primogénito Roberto, dejando tan sólo una modesta suma de dinero a su tercer hijo, Enrique Beauclerk. La semilla de los problemas estaba sembrada.

Lo dominios gobernados por Guillermo II, Rufus, estaban fuertemente entretejidos en una complicada maraña familiar. El Rey de Inglaterra y el Duque de Normandía reclamaban lealtad, cada uno por su parte, a todos los terratenientes y nobles desde la frontera escocesa hasta Anjou. Y estos magnates y condes hicieron todo lo posible por fomentar la enemistad entre ambos gobernantes. La situación sólo se podía solucionar si uno sólo de ellos controlaba tanto Normandía como Inglaterra. Por si fuera poco, Normandía estaba rodeada de enemigos, que intentaban recuperar territorios perdidos en el pasado a manos del Duque. Uno de estos enemigos era la mismísima Iglesia de Roma, que rápidamente incrementaba su poder y prestigio a costa de las monarquías feudales. Tanto Guillermo Rufus como su sucesor Enrique I tuvieron que enfrentar problemas que estaban más allá de sus capacidades para resolverlos.

Los principales magnates aceptaron la coronación de Guillermo Rufus oficiada por Lanfranc en Septiembre de 1087, acatando las ordenes del arzobispo, demostrando el grado de poder que había alcanzado la Iglesia de Inglaterra. El nuevo monarca era un hombre ignorante, avaricioso e impetuoso, el tipo de gobernante que el país menos necesitaba en este o en cualquier otro momento. Según palabras de Guillermo de Malmesbury, había llegado a un punto de degradación más allá de cualquier posibilidad de recuperación moral o personal. Parece ser que la única actividad aceptable para él era la guerra; su corte se convirtió en lugar de peregrinación para armeros, expertos militares y mercenarios; la nobleza vivía de la tierra tomando lo que querían cuando quería de quien fuese. Para entretener a sus amigos, el rey ordenó la construcción de una enorme sala de banquetes en Westminster.

Inevitablemente, estalló una primera rebelión. Encabezada por el Obispo Odo de Bayeux, antiguo amigo de Lanfranc, tuvo lugar en 1088, con el objetivo de instalar a Roberto de Normandía en el trono inglés. Para defenderse del ataque, Rufus pidió la ayuda incondicional de sus súbditos. Les prometió leyes más justas, la revisión a la baja de los impuestos, y la derogación de gran parte de las leyes forestales instauradas por Guillermo. No tenía ninguna intención de cumplir estas promesas, pero con ellas consiguió reunir un ejército que derrotó con facilidad a las desorganizadas fuerzas rebeldes. En estas desfavorables condiciones, el Duque Roberto prefirió abandonar sus pretensiones por el momento. El ejército de Odo, rodeado en Rochester, ofreció su rendición, y el propio obispo fue deportado a Europa. La muerte de Lanfranc supuso la desaparición de la única persona con poder suficiente para exigir a Rufus el cumplimiento de sus promesas. El rey podía permitirse ahora nombrar libremente a cualquiera de sus secuaces para los cargos más relevantes, y, confirmándolo, nombro responsable del tesoro de Inglaterra a Ranulf Flambard.

A pesar de las errores de Guillermo II, Inglaterra tenía un gobierno estable y firme comparado con el de Normandía, donde se había instaurado una situación de anarquía permanente, con el Duque Roberto, incapaz de controlar a sus magnates que pagaban guerras privadas, construían castillos sin su permiso y actuaban como soberanos independientes. Rufus supo ver lo oportuno de la situación y lanzó una invasión sobre el Ducado en 1090, como venganza por la participación de Roberto en la rebelión de dos años antes. Contó con la ayuda de Felipe de Francia, sobornado para dejar a Roberto sin apoyos.

La ofensiva lanzada por Malcolm de Escocia en 1092 obligó a Rufus a llevar su ejército de vuelta a Inglaterra, donde estableció un cuartel general en Carlisle, en la frontera escocesa. Durante el año siguiente, el rey escocés fue asesinado en Malcolm’s Cross a manos de Earl Mowbray. Los acontecimientos que sucedieron a este asesinato, fundamentalmente la alianza entre Donaldbane y Magnus de Noruega, crearon una nueva amenaza para Guillermo. Sin embargo, Normandía ocuparía su política militar durante los siguientes tres años.

En Normandía, el Duque Roberto decidió atender la llamada del Papa Urbano a la Cruzada, para recuperar Tierra Santa de manos de los turcos, permitiendo el libre paso de los peregrinos. Para obtener los fondos necesarios y financiar la campaña, hipotecó el Ducado de Normandía por 10.000 marcos dejándolo en manos de Guillermo. Esta fantástica suma no podía obtenerse de una Inglaterra ya seca tras sufrir durante años todos los métodos de extorsión imaginados por Flambard. La Iglesia se convirtió en la única fuente posible de financiación. “¿Acaso no tenéis cajas de oro y plata llenas de huesos de muertos?” contestó el rey ante las protestas de los obispos.

La ausencia de Roberto de Normandía, ocupado en su aventura en Oriente Medio, supuso un golpe de buena suerte, y un respiro, para el Rey de Inglaterra. Pudo acabar con Donaldbane en Escocia, entregando el trono escocés a uno de sus vasallos, Edgar. Reprimió los alzamientos en Gales vendiendo el Condado de Shrewsbury a uno de sus magnates normandos. Y comenzó la campaña orientada a conquistar Francia. En Agosto de 1100 Guillermo fue asesinado durante una cacería en el New Forest, pasando el trono de Inglaterra a su hermano Enrique.

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