viernes, 24 de diciembre de 2010

Siesta

Hoy, por primera vez en mucho tiempo, me he dormido la siesta. A mi me pasa algo curioso con la siesta, que no se si te pasará a ti. Mis sueños nocturnos y los de la siesta son muy diferentes.

De noche, los sueños son extraordinariamente elaborados: partiendo de un entramado de realidad, mezclado con ficción procedente de películas y series de televisión, voy mezclando personajes a toda velocidad para torturarme o recompensarme.

En los sueños de castigo mi subconsciente siempre elije paisajes urbanos, plagados de cemento, coches y, siempre, un tranvía. Engarzados en este escenario aparecen personas que sólo me despiertan sentimientos desagradables: aquel funcionario que me denegó el último permiso para no hacer la mili, el compañero de piso cuya única finalidad en la vida era amargarme la mía, el amigo traidor al que entregue todo y me devolvió nada. Sus caras aparecen encajadas en cuerpos que no les corresponden, y normalmente aparecen conduciendo algo: un coche, un autobús de dos plantas, el maldito tranvía. Y siempre me atropella uno de ellos. Mi cabeza sale rodando enloquecida, pero el rostro siempre mira a la cámara: porque en mis sueños yo soy una cámara, testigo de los acontecimientos.

En los sueños que yo llamo de recompensa, mi psique debe intentar premiarme por algo bueno que yo le he entregado. En estos casos aparezco en las montañas, frecuentemente en las del norte de Palencia o cerca de Oseja de Sajambre, caminando sólo. Durante un buen rato. Sólo escuchando el silencio ruidoso del bosque y absorbiendo los olores. Pero, de repente, en un arbol, una roca o una libélula extraviada reconozco a alguien que he amado, o al amigo leal que nunca me abandona, o a la persona anónima que amablemente me ayudó. Y siento una paz plena, una comunión pagana con el mundo que me rodea y con esas almas que me he encontrado a lo largo del camino.

Sin embargo, en la siesta, mi mente se revela contra lo inusual. Solo veo rinocerontes. Rinocerontes corriendo. Rinocerontes durmiendo. Rinocerontes pastando. ¿Tienes tú una respuesta a esto? Tu que me conoces como si fuese un guante vuelto del revés, ¿puedes decirme que significa? Déjalo, no importa.


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